domingo, 12 de febrero de 2017

CURIOSIDADES DE LA VIDA MILITAR

Como ya sabéis me gusta poner entradas de esas cosillas que leo de vez en cuando que no dan para un tema entero, pero que despiertan nuestro interés. En esta ocasión el tema son las costumbres que existían en la sociedad y como se aplicaban a los militares, sobretodo los oficiales, que solía ser mas rigurosamente.
De todas ellas, quizás las más conocidas, y que más llaman la atención, son las relacionadas con el matrimonio. Generalmente estas reglas las sufrían todas las clases sociales y su uso atendía a razones económicas principalmente. Aunque la forma de realizarse los matrimonios eran diferente, en la clases bajas era para sobrevivir; y en el caso de los ricos y nobles para atesorar mas poder y riqueza. En este último caso nos encontramos con que los matrimonios dentro de la clase alta solo se daban entre propios para obtener más títulos que eran heredaros por el hijo mayor de la nueva pareja. Con la Revolución Industrial esta costumbre cambio uniéndose los nobles con plebeyos, aunque atendiendo solo a las razones materiales. En esta ocasión se unían los nobles empobrecidos y la burguesía con dinero que quería asentar su nueva posición con títulos de nobleza.
La clase baja por su lado no solía tener mucho margen de maniobra. De esta forma sus enlaces se veían sujetos a la capacidad que tuvieran las familias para pagar las dotes. Aunque generalmente las dotes las ofrecían ambas partes, la realidad era que quien pagaba solían ser los padres de ellas. Esto respondía a que los padres se iban a deshacer de un miembro de la unidad familiar que mantener; y a partir de ese momento sería el futuro marido el que se hacía cargo de esa persona. El hombre por su parte aportaba unas tierras para trabajar y que iban a servir de medio de vida parar la familia. Esto fue común a todos los niveles y hubo que esperar a mediados del siglo XIX para que esto cambiara. 
Ciñéndonos al caso militar, nos encontramos con que los matrimonios prohibidos para los militares viene de tiempos antiguos. Recordemos el caso de San Valentín que casaba a los soldados romanos que no podían hacerlo mientras durase su servicio al Imperio; mas de 10 años por lo menos. En el ejército español estas normas también se aplicaban como ejemplo de ello es que en el siglo XVIII los oficiales tenían que solicitar una autorización real para poder casarse. Esta autorización tenia varios cometidos que solían estar relacionados con la futura esposa. Así se miraba si la prometida tenía la moral a la altura del prometido, su estatus social, orígenes familiares, que no fuera pariente directa del susodicho, que fuera católica y no divorciada, su nacionalidad (española, filipina, portuguesa o sudamericana, valía cualquier nacionalidad que hubiera pertenecido al Imperio Español)....También se buscaba que los enlaces no se dieran entre familias poderosas para evitar que adquiriesen un poder que pudiera contrarrestar el del rey. Otro motivo era conseguir la limpieza de sangre, requisito indispensable para acceder a las academias militares.En la Armada por ejemplo se pedía cuatro generaciones de sangre limpia para ingresar y tener parientes en la milicia. Aunque hoy en día solo se debe comunicar el hecho del matrimonio, al igual que en otros trabajos, hasta hace no muchos años se tenia que pedir permiso para el matrimonio a los superiores que solían ser invitados en muchos casos a los enlaces. Esto originaba escenas en las que un Capitán General compartía asiento con los padres de los novios en la primera fila de la iglesia.
A lo largo de la historia, estas imposiciones, cada una a su nivel, afectaban a todo el ejército puesto que unos soldados solteros no tenían ataduras a la hora de luchar y su muerte no acarreaba grandes pérdidas. Esta obligación de pedir permiso estuvo vigente hasta 1873, pero con la llegada del siglo XX estas normas volverán aparecer hasta la II República. Finalmente, tras el breve periodo hasta 1941, con Franco se volverán a poner las directrices hasta su derogación definitiva con la llegada de la democracia en 1979. 
Fuente: www.todocoleccion.com
Dentro de estas reglas las había mas "normales" y más extrañas. Carlos III impuso que solo se pudieran casar los oficiales cuando alcanzaran el rango de Capitán. También es cierto que generalmente se accedía a ese rango a edades muy tempranas y era cuando realmente podías hacer frente al mantenimiento de una familia. Recordemos que a la academia militar no podías entrar si eras mayor de 13 años; por lo que a Capitán podías ser ascendido con apenas 22 años. Otros que no podían casarse eran los Guardias de Corps; lo equivalente a Guardia Real. Aunque este caso sería para examinar, puesto que el acceso a este Cuerpo se hacia a través de grandes contactos y a edades muy tempranas; a cambio se conseguía ascensos más rápidos, grandes contactos, tener un rango más en el ejército regular,... o el favor de ciertas reinas siendo los casos más destacados el de Godoy o los amantes de Isabel II.
Otra muestra de la severidad militar era el exigir dos años más de edad para el casamiento de lo que se pedía a un civil.
Aunque parezcan normas desfasadas, estas reglas estuvieron vigentes hasta mediados del siglo XX,  y muestra de ello es que se nombraban comisiones investigadoras de la novia formadas por los propios oficiales del Regimiento donde servían el novio. Debemos de mencionar que con el paso del tiempo estas comisiones se volvieron menos rigurosas: fiándose los jueces del "gusto" del novio.
Como siempre en estos casos, la rigurosidad con que se llevaba a cabo la exigencia del cumplimiento de las normas dependían de muchos factores; como era el dinero y la posición de la persona sobre la que recaía la pena. Muestra de ello es el ascenso instantáneo que se realizaba  a ciertos miembros del ejército para que pudieran efectuar su matrimonio. Aunque no tiene que ver, el Príncipe cuando se casa tiene por ley el ascenso inmediato a General y cuando es nombrado Rey a Capitán General (para evitar polémicas recordamos que son puestos honoríficos). Por el contrario, sino contabas con estos beneficios, el casarte sin el consentimiento oportuno te podía acarrear  la pérdida del empleo,  el destierro, la paralización de tu ascenso,...la esposa podía perder el derecho a recibir la pensión de viudedad o la anulación de matrimonio.
En alguna ocasión, sobre todo en época de guerras, se produjeron matrimonios en masa sin licencia, por lo que no le quedo más remedio al Estado que conceder indultos y hacer la vista gorda.