Os tengo abandonados pero es por una buena causa que os
enseñare en futuros artículos.
El protagonista de hoy es Martín Álvarez en Montemolín, un
personaje que nació en Badajoz sobre el 1766. Su madre, hija de un soldado al
servicio de Felipe V, contó a su hijo las historias de su padre que había alcanzado
el grado de Sargento en las tropas de Felipe V; y que se retiró tras perder un
brazo en la toma de Badajoz, ocupada por los ingleses, portugueses y
austríacos.
Continuo con el oficio familiar al morir su padre de carretillero, pero tras volver de uno de
sus viajes se encontró con la muerte de su madre y con que su amada, la hija de
un mesonero, había sido forzada a casarse con el hijo del molinero. Ante estos acontecimientos el joven Martín decidió
enrolarse en la milicia y escapar así de su nueva situación. De esta manera, se
traslada a Sevilla donde se alista en la Armada. En aquel momento los
batallones de Infantería de Marina tenían en Sevilla, Granada y otras capitales
destacadas partidas de hombres que eran bien pagados, tenían buena presencia y
lucían sus lustrosos uniformes para intentar captar voluntarios para la Armada.
En particular el de Sevilla contaba con un equipo compuesto por un Capitán, un
sargento, dos cabos y doce granaderos. Entre estos últimos estaba uno llamado Lucas
García, granadero de marina, el cual vestía una buena casaca azul turquí, con
solapa encarnada vuelta hacia fuera, calzón azul, charreteras encarnadas, gorra
de pelo con manga grana terminada en borla amarilla, lo cierto es que el
uniforme imponía y atraía a los jóvenes curiosos. Martín entablo amistad con
este y así paso a formar parte de la Tercera Compañía del Noveno Batallón de la
Infantería de Marina, un 26 de abril de 1790, dando su talla cinco pies y siete
pulgadas.
Tras un periodo de instrucción en Cádiz, embarco en 1792 como
soldado en el navío “Gallardo”, de 74 cañones.
El año 1793 España e Inglaterra eran aliadas contra la
Francia de Robespierre y la Revolución Francesa. Por lo que España envió una
Escuadra, al mando del Teniente General de la Marina D. Francisco de Borja,
desde Cartagena a Barcelona para intentar bloquear los puertos de Marsella y
Tolon. El "Gallardo" llego como refuerzo junto otros cinco buques
pero ya había sido tomado Tollón y puesto
como gobernador de aquella plaza D. Federico Gravina.
D. Francisco de Borja decidió entonces desalojar a los
franceses de las islas de San Pedro y San Antíoco al Sur de Cerdeña tomadas por
los franceses. Allí se encaminó el “Gallardo” y conseguido esto se volvió de
nuevo a Cartagena.
El año 1794 Martín Álvarez cambia al “San Carlos” que se dirigía
a las Antillas para escoltar a los buques y transportes que conducían gentes y armamentos
para la defensa de las Antillas.
En 1796 aparece como parte de la tripulación del navío “Santa
Ana”, de 112 cañones y en el del “Príncipe de Asturias”, también de tres
puentes y 112 cañones.
En 1797 pasó al “San Nicolás de Bari”, de 74 cañones, al
mando del Capitán de Navío D. Tomás Geraldino. Así este barco participa en la
batalla naval de San Vicente. En ella destaca este granadero que gracias a
Nelson no quedó sus hazañas ni su nombre en el anonimato y figura en la
casamata que se encuentra en Gibraltar, un cañón de su barco.
El hecho fue contra el navío inglés ‘Captain’ del almirante Nelson, Martín Álvarez ocupaba el puesto de escolta de la bandera en la toldilla del buque español. El granadero arremetió contra los ingleses que trataron de arriar la enseña española. Sólo cuando no quedaba en pie ningún español, los británicos pudieron arriar el pabellón del San Nicolás de Bari.
Asombrado Nelson por su valor, ordenó que se envolviera al marino español en la bandera que tanto había defendido. Sin embargo, Martín Álvarez no había muerto. Los ingleses, asombrados por su bravura, respetaron su vida y lo curaron. Lo llevaron a Lagos,
en el Algarve al sur de Portugal y le dan pasaporte para volver a España.
Desde Lagos, viajó a Montemolín, Sevilla y posteriormente a
Cádiz para testificar en la causa instruida para la averiguación de la conducta
del comandante y los oficiales del “San Nicolás de Bari” y los demás buques en
el desastre del Cabo de San Vicente.
Tras el interrogatorio las conclusiones obtenidas fueron las
siguientes:
"No puedo pasar en silencio la gallardía del granadero
de Marina Martín Álvarez, perteneciente a la tercera compañía del noveno
batallón, pues hallándose en la toldilla del navío San Nicolás cuando fue
abordado, atravesó con tal ímpetu al primer Oficial inglés que entró por aquel
sitio que al salirle la punta del sable por la espalda la clavó tan fuertemente
contra el mamparo de un camarote, que no pudiendo librarla con prontitud, y por
desasir su sable, que no quería abandonar, dió tiempo a que cayera sobre el grueso
de enemigos con espada en mano y a que lo hirieran en la cabeza, en cuya
situación se arrojó al alcázar librándose, con un veloz salto, de sus
perseguidores".
Por los méritos recogidos en la batalla, se le quiso como
premio ascender a cabo, impidiéndolo su analfabetismo, aprendió a leer y
escribir en pocos meses y fue nombrado cabo el 17 de febrero de 1798 y en
agosto de ese mismo año cabo primero, al poco embarca en el navío
"Purísima Concepción" de 112 cañones de la escuadra de Mazarredo y
parte hacia Brest (Francia), al unirse en Cádiz con la escuadra española y la
francesa de Bruix.
El 12 de noviembre llegó una urca destinada a la
correspondencia, y una de las cartas era un escrito oficial que se refería a
Martín, entoncés se izó una bandera encarnada como señal infalible de algo
extraordinario, e inmediatamente fue comunicada la orden para que toda la
guarnición y tripulación del navío formase sobre cubierta, se adelantó el
comandante del "Concepción" y mandó salir de la formación al Cabo
Primero de granaderos Martín Álvarez, se leyó un Decreto Real por el cual se le
concedía cuatro escudos mensuales como pensión vitalicia. A su vez ostentó en
el brazo izquierdo el escudo de premio que llevaban los individuos de la clase
de tropa por acciones distinguidas de guerra.
"El Rey nuestro señor, ha visto con satisfacción el
denodado arrojo y valentía con que se portó a bordo del navío San Nicolás de
Bari, el granadero de la 3ª Compañía del 9º Batallón de Marina Martín Álvarez,
cuando el 14 de febrero de 1797 fue dicho buque abordado por tres navíos
ingleses; pues habiendo Álvarez impedido por algún tiempo la entrada a un trozo
de abordaje, supo también defender la bandera que el Brigadier D. Tomás
Geraldino le había confiado antes de su muerte, y con su valor hizo de modo que
aquella se mantuviese arbolada aun después de todo el grueso de los enemigos
tenían coronado su navío. Teniendo también S.M. en consideración de la honrada
conducta que en el servicio observa Martín, se ha servido concederle 4 escudos
mensuales por vía de pensión vitalicia, en premio de su bizarro comportamiento;
y es su real voluntad que se les haga saber esta benébola y soberana
disposición, al frente de toda la tripulación y guarnición del navío donde se
halle embarcado".
Estando la escuadra del General Mazarredo en Brest (Francia)
en cumplimiento de los planes de Napoleón, una mañana en que Martín Álvarez
estaba de guardia en el navío “Concepción”, sufrió una accidental caída,
dándose un fuerte golpe en el pecho por lo que hubieron de desembarcarlo e
ingresarlo en el Hospital de Brest, donde falleció el 23 de febrero de 1801.
Como recuerdo a este héroe, la Armada, en una Real Orden de
12 de diciembre de 1848, dispuso que permanentemente un buque llevase el nombre
de este glorioso marino.
En 1936 se inauguró un paseo en Montemolín, su pueblo natal,
con una estatua del heroico marino.
Para mas información existe una novela a histórica “Martín
Álvarez” de D. José de Arnao y Bernal. Editado por la Biblioteca de Camarote de
la Revista General de Marina y “Batalla Naval del Cabo de San Vicente y el
granadero Martín Álvarez” del General Bermúdez de Castro.